Extraño mi
infancia cuando mis únicas preocupaciones eran: caminar sin pisar las rayas y colorear
sin salirme de las líneas.
Siempre quise
llegar a hacerme mayor para hacer todo lo que mis mayores hacían, pero ahora ya
no la quiero, porque si un niño me hacía daño lloraba una hora y después cogía
mi bici y salía a la calle a seguir jugando sin acordarme de aquel niño.
Porque si me
caía me levantaba con fuerza y sin miedo, pero ahora cada golpe que me doi es
mucho más fuerte y duradero.
Porque si
tropezaba con una piedra que había en el camino, luego cuando volvía a aparecer
aquella piedra la esquivaba, pero ahora tengo que aprender a volver a
esquivarla.
Extraño aquella
inocente niña que se vestía sin preocuparse por el qué dirán, por si me queda
bien este traje o si mis pelos estaban bien…
Aquella niña
que nunca más volverá, que decía todo aquello sin pensar en si al resto de la
gente le hacía daño o no, aquella niña que actuaba sin pensar si en un futuro
la podría hacer daño o no.
Extraño
aquella vida en la que no teníamos que depender de la noche, y que ahora solo
solos felices en la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario